Entré en aquella habitación en la
que se escuchaba de fondo un sonido muy sensual. Agudicé el oído para averiguar
que sonido era. Al escuchar la voz de la chica no dudé de que se trataba de
Portishead. Es curioso lo que la música puede influir en nuestro cuerpo, porque
conforme más sentía la canción más me iba excitando. Cuando alcé la mirada me
encontré con Mario viniendo hacia mí. El roce de su mano en mi antebrazo me
hizo temblar. No sabía muy bien lo que estaba haciendo, ni de si me
arrepentiría de hacerlo. Siempre he pensado que en esta vida es mejor
arrepentirse de lo que uno hace que de lo que nunca se atrevió a hacer.
Así que cuando Santi agarró mi
cintura por detrás no pude evitar contener la respiración. Mario, entonces, me
beso mis labios mientras Santi mordía mi cuello y acariciaba desde atrás mi
vientre. Notaba en mis nalgas su dura erección. Un torrente de fluidos iba en
caída libre hacia mi tanga. Santi bajó las manos para tirar de los bajos de mi vestido
hacia arriba. Alcé los brazos instintivamente. Pero entonces bloqueó mis brazos
y mi cabeza con el vestido dejándome en ropa interior, sin movilidad alguna y
totalmente a ciegas. Noté los labios de alguien en mis senos, lamiéndolos
desesperadamente mientras otras manos me desabrochaban el sujetador y bajaban
mi tanga.
La boca que besaba mis senos
empezó a bajar por mi vientre deteniéndose en mi pubis, a la vez que otras
manos me pellizcaban los pezones. Un gemido salió de mi garganta sin yo
quererlo pero es que la situación me estaba superando. Instintivamente abrí las
piernas, quería más. Lo quería todo.
Entonces note como unos dedos se
introducían en mí mientras me lamían el clítoris y me pellizcaban los pezones
rudamente. Aquello me estaba volviendo loca. De repente me dieron un poco de
tregua. Pero no sabía que tenía que hacer. Estaba ahí plantada de pie en mitad
de mi habitación. Los remordimientos comenzaron a inundarme. ¿Qué sería de
nosotros después de esto? Los tres éramos amigos de la infancia. Los tres
mosqueteros, buscando las aventuras más insospechadas. Cuando empezamos a
crecer y cada uno empezó a tener sus parejas, fuimos distanciándonos pero sin
perder el contacto. Mario y Santi se habían convertido en hombres, con espaldas
anchas, pelo en pecho y músculos marcados. Nadie podría decir que no eran
guapos. Pero siempre los había visto como mis hermanos. Hoy, en nuestro
reencuentro, en plena borrachera y los tres solteros, comenzamos a divagar
sobre sexo y aún no se ni como contemplamos la posibilidad de acostarnos
juntos. La tontería nos hizo gracia los primeros minutos, hasta que Mario
comenzó a acariciar mi muslo. Yo lo miré, él miró a Santi, con lo que yo
también le miré. Santi sonrió y también comenzó a acariciar mi otro muslo.
Empecé a sentirme mareada. No sabía si era por el alcohol, por el calor que
hacía en aquel garito o por la situación. De repente Santi fue quién dio el
primer paso y me besó mientras los dos seguían acariciando mis muslos y rozando
deliberadamente mi tanga. Y lo peor de todo es que no me dio reparo, si no que
me gustó. Cuando la situación comenzó a ponerse demasiado caliente decidimos
venir a mi casa.
Escuché un ruido que me hizo
volver a aquella habitación. Me quitaron el vestido pero acto seguido me
taparon los ojos con un fular que había en la silla del escritorio. Bajé los
brazos para descansar, pero me cogieron de las muñecas para atármelas. Aquello
me estaba excitando muchísimo. Noté como una corriente eléctrica rozaba mi
vientre. Pero, ¿Qué? Aquella corriente bajaba poco a poco hacia mi clítoris
provocando que me estremeciera. Entonces caí en qué era aquella corriente. Era
mi vibrador. ¿Cómo lo habían encontrado? Me dio una vergüenza enorme. Me
hicieron andar y agacharme en la banqueta que tengo a los pies de mi cama. Me
quede con las rodillas y las manos en la
alfombra y con la banqueta en mi vientre. Noté las vibraciones en mi interior,
entrando y saliendo deliberadamente. Abrí la boca para soltar el aire que tenía
contenido en modo de gemidos, pero pronto fue abordada por una prominente verga.
No dude en succionar de la mejor manera que pude. Estaba completamente llena,
aquellos dos falos entrando y saliendo de mi interior, impregnándolos de
fluidos, me estaban haciendo palpitar de placer. Las vibraciones se detuvieron,
aunque yo seguía concentrada en ocultar mis dientes con los labios. Dos manos
agarraron mi trasero y algo frío se posó en mi ano. De repente algo fino se
metió muy despacio provocándome una descarga. Poco a poco notaba como me iban
introduciendo partes un poco más gordas. Y me resultó tremendamente placentero.
Había probado antes el sexo anal, pero siempre me había dolido. En cambio, esta
vez no había nada de dolor. Solo placer. Solo la explosión de sensaciones
haciéndome vibrar como antes lo había hecho mi juguete.
Al cabo de los minutos, que a mí
me parecieron segundos, y después de descansar mi mandíbula, pude notar como la
punta de un pene me invadía el ano. Todo mi cuerpo se estremeció. Poco a poco y
muy despacio iba metiéndose más y más. Y yo solo podía gemir. Cuando su pene me
lleno por completo, jugó conmigo unas cuantas embestidas, para después
separarse de mí. No podía creer que anhelara esa sensación. Quería más, mucho
más.
Me levantaron y me llevaron hacia
la cama. Pude notar un cuerpo tumbado y como me ponían encima de él a
horcajadas. Me senté encima y me introduje su falo. Acto seguido noté que
alguien me acariciaba la espalda y con un movimiento muy sensual me inclinaba
hacia delante. Cuando deduje lo que iba a hacerme me tensé un poco. Me besaron
con mucha ternura haciendo que me relajara para así poder sentir como me
llenaban completamente.
Los vaivenes de esas dos caderas
consiguieron mi segundo orgasmo en cuestión de segundos. Después sus cuerpos se
tensaron y pude escuchar como sus respiraciones se aceleraban
considerablemente. Note una presión en mi espalda, aprisionándome contra el
torso del cuerpo desnudo del de abajo. Así nos quedamos unos segundos.
Por fin me desataron las muñecas
y me destaparon los ojos, estábamos los tres tumbados en la cama con las piernas
entrelazadas, yo en medio y Mario y Santi cada uno a un lado mío. Mario me
miraba sonriente y le dediqué un beso lánguido y suave mientras Santi besaba mi
hombro. Me giré para devolverle también el beso. Lo único en que podía pensar
era en ¿Quién había hecho cada cosa? Lo pregunté pero no obtuve respuesta. Secreto
de sumario me dijeron.
Pronto el sueño me invadió y una
extraña sensación se apoderó de mi cuerpo. Era completamente feliz así.
Ojú Mayte! Tiene pinta de que esta chica lo disfrutó muy mucho... Yo que soy un poco mojigata me iba poniendo más y más colorada según leía jaja ¡Un abrazo!
ResponderEliminarUna historia de lo más sensual y morbosa que tal vez mucha gente haya soñado alguna vez o vivido la experiencia. Yo que soy bastante clásica en mi cosas soy de la opinión que cada cual haga con su vida sexual lo que le de la gana.Desde luego ella se lo paso genial y si al final se sintió completamente feliz pues genial. Un saludo Mayte.
ResponderEliminarUna fantasía que puede estimular nuestra relación de pareja, sea cual sea nuestra opción sexual. Te felicito por la manera en que escribes, creas imágenes con facilidad e intensidad. Un abrazo!
ResponderEliminarMayte que de historias que nos traes hoy jejejeje creo que le has subido los colores a mucha gente hoy jajajajaja
ResponderEliminarBueno que te cuento, lo del sexo anal no es cosa para mí, pues a pesar de que nunca lo he intentado, no creo que quiera intentarlo para nada, al igual que esto de los tríos... creo que es algo para gente más bien con ansias de aventuras increíbles... para mi la cosa, hasta este punto, creo, que soy más bien una osada pero dentro del clasicismo sexual :D
El resto de la historia me pareció fascinante, pasada de color eso si, pero fascinante :)
Amo mi vida sexual tal cual, llena de mucha sensualidad y picardía, pero somos de los que nos gusta mucho quedar amarraditos y arruchaditos después del fitness toda la noche, pero solo nosotros dos solitos ;)
Mayte, está claro que no hay nada como la imaginación para cualquier cosa y, como no, para la sensualidad. No hay nada mejor que una voz que lee mientras tú imaginas. Ya sabes que lo importante no es quién hace que, sino el buen entendimiento de todos. Gracias por compartir. Un abrazo
ResponderEliminar¡uff! ¡Que historia! Me has sorprendido con este relato. Me ha gustado tu forma de narrarlo, hace que queramos seguir la trama sin detenernos, o si... a volver a leer para asegurase de no perder algún detalle. Diría que fué vibrante! jajaja
ResponderEliminarMayte qué historia! No faltó nada y en un relato súper fluido.
ResponderEliminarTe mando un beso
Un relato muy sensual y muy bien escrito. Toda una fantasía!!
ResponderEliminar